lo que no tiene es remedio, canta Serrat en una canción de su autoría, que paradójicamente se llama, "Sinceramente tuyo". Como parece ser nuestra selección de la brasilera. Ayer la selección que más títulos mundiales ganó, la misma que juega y disfruta de lo que hace, aquella que además de tener o no nombres, juega en equipo, puso las cosas en su lugar. Brasil venció inobjetablemente a la selección Argentina por 3 a 0, en la final de la Copa América disputada en Venezuela. Hay que tomar el partido de ayer como referencia. Sirve para ver que nuestra selección no es un equipo sino un cúmulo de buenas individualidades que cuando pueden, pues no son maquinas, nos deleitan y superan a sus rivales con tranquilidad. También para darnos cuenta que no hay ideas claras sobre como proceder dentro del terreno, que no es libertad lo que tienen los jugadores sino una disposición carente de argumentos tácticos, necesarios en el fútbol mas allá de algunos seudo-poetas observadores de fútbol.
El fútbol se juega en equipo y el partido de ayer también sirvió para que quede claro que se llego a la instancia final por las individualidades, y no por un funcionamiento compacto, claro, regular, estable, ofensivo.
No importan tanto los nombres, pues en eso quizás no haya lugar a las críticas, o por lo menos no es el punto central, ya que fueron los que mejor estaban en su presente futbolístico, quizás la ausencia de Saviola o de Lavezzi, puedan ser mencionadas, y nada más.
El fútbol es un juego de equipo, en donde la ausencia de trabajo, de ideas y de ataque real, termina por poner las cosas en su lugar. Demostrando que las apariencias engañan, que la mentira tiene patas cortas y que el sueño llega tan mal que te condena.
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